JAPÓN, UNA HISTORIA DE SUPERACIÓN

 En el siglo XX Occidente se situaba muy por delante del resto del mundo, sin embargo hubo algunos países que lucharon contracorriente y consiguieron recuperar posiciones, destacando el caso de Japón, que fue el primer país asiático en alcanzar a Occidente.


 ¿Cómo consiguió Japón este suceso?

Japón necesitaba un gran impulso a la industrialización para cerrar el desfase de renta con Occidente y consiguió estos avances, incorporando la tecnología más moderna e intensiva en capital a escala masiva dando lugar al nacimiento de una economía de salarios elevados.

En primer lugar, debido a que la tecnología de los países avanzados no era rentable para Japón, este decidió re diseñarla, de tal modo que fuera rentable para su economía de salarios bajos. Por lo que inventaron una tecnología que incrementaba la utilización de mano de obra, con el fin de aumentar la productividad del capital, la tierra y de las materias primas. También se mejoró la productividad de los procesos de fabricación. 

Poco a poco, Japón fue adquiriendo un impresionante nivel de competencia ingeniera y administrativa, que se materializó en la creación de la primera fundición de hierro, impulsada por las necesidades militares del país y que posteriormente les traería muchas ventajas económicas.

Esto dio lugar a que en el siglo XX, Japón fuese el líder mundial del hilado de algodón y estaba expulsando del mercado a indios y sobre todo británicos. El desarrollo de esta tecnología se extendió también a la agricultura, y la producción agrícola creció a un ritmo constante, aportando una importante atribución al crecimiento de la economía, una vez que las innovaciones se centraron en aumentar la productividad de la tierra.

Por otro lado, tenían  una escolarización alta. Probablemente, el alto nivel educativo fue provocado por la mercantilización de la economía japonesa y sentó las bases del crecimiento posterior. 

La llegada de la Primera Guerra Mundial fue beneficiosa para el caso de Japón puesto que sirvió para dar impulso a las empresas japonesas al suprimir las importaciones europeas.

En la década de 1930 se creó la producción justo a tiempo, la cual se sigue utilizando en la actualidad debido a su gran rentabilidad. Además, las compañías japonesas establecieron sus propios departamentos de i+D para copiar y rediseñar la tecnología en función de las condiciones estructurales del país. 

Sin embargo, la llegada de la Segunda Guerra Mundial no fue tan beneficioso para Japón, ya que la derrota sufrida obligó a Japón a abandonar la idea de un ejército fuerte, centrándose más en la lucha por convertirse en un país rico. De esta forma el Ministerio de Comercio Internacional e Industrial aceleró el índice de crecimiento.

Otro problema adicional era conseguir un aumento de la demanda de los consumidores japoneses que pudiera absorber los bienes de consumo duradero. En 1969 y 1970, la gran expansión de la industria acabó con la mano de obra excedente y desapareció la economía dual, aumentando rápidamente los salarios de las pequeñas empresas, ya que gran parte del empleo en Japón se concentraba en estas. Esto produjo una revolución del estilo de vida y el gasto de los consumidores validó la apuesta del gobierno por aumentar la capacidad industrial y subir los salarios.

Finalmente, el auge económico japonés terminó con el pinchazo de las burbujas inmobiliaria y financiera que se produjo en 1991 y que dio lugar a una era de deflación que hoy en día sigue vigente. A pesar de todo esto, Japón es un país muy industrializado y que funciona bien. 


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